viernes, 22 de agosto de 2014
De espaldas
Cuando te pierdes y no te encuentras es un desastre espacial.
Peor aún es cuando te pierden y no te buscan.
Pero lo peor, sin duda, es darte cuenta.
Las camas vacías y sin dueños, las noches en vela.
Es más fácil vivir de espaldas, no enfrentarse a la vida cuando nos ruge al oído, cuando nos da un soplido que nos cambia el recorrido.
Piensas en sonrisas, y en cuanto hubo de alegría.
¿Merece la pena vivir de la poesía?
¡Socorro, ayuda!, eso es lo que gritas desde el fondo de tu guarida.
En realidad deberías bailar, cantar y reír con más fuerza todavía. Que los días son bellos como para desperdiciarlos pensando en fechorías.
Lee, escribe, dibuja y pinta.
Pasea, charla, fotografia.
Nada en la playa, rompe la pista.
Piérdete en un mapa lleno de alternativas.
Y ya vendrán si dejan a un lado su cobardía,
si les queda una pizca de locura intrínseca.
Y si no aparecen rompe una página de este fascículo de tu vida, y reescribe encima.
Que nadie piensa, nadie sabe, todos vagos, todo vale.
Aguanta hasta que el cuerpo te diga basta, hasta que la esperanza se marche volando a dar fe a otras almas.
Y duda, sé escéptico, dale vueltas a las cosas, pero no gires la tortilla hasta marearla, no quites tornillos y dejes al mundo aún más chiflado.
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