De un día para otro no van a cumplirse los deseos y
peticiones.
Del 31 al 1 no va a erradicarse el hambre en el mundo, ni a
sanar todo aquel que esté enfermo, ni aquellos que fuman lo van a dejar, ni los
que se han propuesto hacer ejercicio van a cumplir sus expectativas chascando
los dedos.
Tampoco la distancia que nos separa a unos y a otros se
esfumará de hoy para mañana. Ni los asesinos dejarán de cometer delitos tan
fácilmente de diciembre a enero.
Y por mucho que algunos lo pidamos, tampoco vamos a aprender
a parar el tiempo en los momentos que nos dan la vida.
Porque si todo esto se cumpliera no tendríamos estipulado
pedir deseos y proponernos propósitos año tras año.
Yo no voy a pedir nada, voy a hacer todo. No voy a desear lo
imposible a los cuatro vientos, solo voy a confiar en aquellos que van
conformando mi vida poco a poco.
Voy a reírme de la suerte, y a luchar contra el karma, y a
darle silencio a los tontos.
Voy a creer en ti, en que vas a aguantar conmigo kilómetros
y kilómetros hasta cada reencuentro.
También en aquellos que comparten asiento conmigo y con mi
amiga cerveza, con mi colega estudio, con la simpática risa, con el arduo
sentimiento, con el extremo llanto, y con toda mi pandilla al completo.
Y no hace falta que confíe en los dos que me confeccionaron,
porque siguen añadiendo elementos a mi -de momento- corta vida.
Y como he dicho, no voy a pedir, voy a hacer o no hacer.
Dibujaré una balanza. En la izquierda pintaré lo bueno, y en
la derecha lo no tan bueno. Y evaluaré.
Y durante los meses venideros estudiaré la asignatura
fortaleza.
Quiero aprender a relajar la cabeza, a que deje de bailar
dando vueltas, a decirle adiós a los que no merecen la pena, y un hola más
intenso a los que siguen haciendo mella en caminar conmigo hasta cada meta.
Y por supuesto, voy a dejar en la cuneta a todo aquel que
practique conmigo el toreo, pues para mi no es un arte.
Y es que a mi parecer, los objetivos del nuevo año deben ser
eso, objetivos. Y no deseos, porque de la ensoñación y vida en tinta rosa no se
vive.
¿Para qué pedir al gobierno que tire a la basura su
estupidez? ¿Por qué soñar que los villanos se convertirán en héroes? ¿Para qué
pensar que el dinero y la comida caerán del cielo, o que las desgracias no se
manifestarán este nuevo año?
Mejor tener propósitos individuales antes que vivir flotando
y con los pies muy por encima del suelo.
Quédate conmigo, porque eres mi 2013 y mañana serás mi 2014.
Yo aguantaré lo inaguantable.
Vivid a mi vera y seguid compartiendo vuestras historias en
el salón, conmigo. Yo prometo no defraudaros.
Volvámonos a ver en nuestro lugar de origen cada X meses, en
X sitio, pero con la misma risa, y la misma unión de siempre. Ahí estaré.
Y al resto, pasead por mi vida dándome la mano o el brazo o
con una careta llena de falsedad o poniéndome en la nuca una pistola, porque
así sabré con quién estrechar los lazos, en quien seguir confiando, con quien
aprender dramatización, y a quien dejarle sin balas y garantizarle mi
ignorancia.