domingo, 20 de marzo de 2011

Trenzar....y destrenzar.



Era una trenza. 
Una trenza imperfecta pero bonita desde su comienzo hasta lo que sería su fin.
Como un desierto y sus ondas, diferentes pero a la vez componentes de un todo.
Las huellas que deja el viento en cualquiera de sus intensidades, quedan marcadas en dicho desierto, y también en las trenzas. Quedan cabellos sueltos, que les dan el toque. Lo bonito, lo sencillo.
Pero hay momentos, en los que alguien decide crear un huracán, un torbellino de arena, y descomponer lo que con tanto afán la naturaleza había hecho bello. O bien opta por quitar el coletero a la trenza y conseguir que se deshaga.
Es entonces, cuando tus esquemas se rompen.
A mi me gustaba nuestro desierto, y también las tres trenzas que quería hacer con tu barba.

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